En los Museos Vaticanos existen estas maravillosas escaleras que suben entrelazándose y creando un espacio mágico que termina bajo la luz diáfana de un enorme tragaluz.
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Fotografías que intentan capturar una sensación, un recuerdo, un instante enjaulado por la presión del dedo sobre el disparador. Un reflejo de (mejor dicho, un intento de reflejar) la visión interior del mundo que me rodea.
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